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Qué Hacer Cuando No Tienes Ganas de Entrenar

Junio 15, 2025

Son las 6 de la tarde y sabes que deberías ir al gimnasio. Tu rutina está programada, tu bolsa está empacada, pero tu cuerpo se siente como si estuviera hecho de plomo. La motivación que tenías esta mañana se evaporó en algún lugar entre las reuniones estresantes y el tráfico. Te quedas ahí, mirando tu ropa de entrenamiento, sintiendo que eres un fracaso antes de siquiera intentarlo.

Esta escena se repite en la vida de cada persona que entrena regularmente. La diferencia entre quienes logran resultados a largo plazo y quienes abandonan no está en sentir motivación constante, sino en saber exactamente qué hacer cuando esa motivación desaparece. Porque aquí está la verdad incómoda: la motivación es un recurso finito, pero los sistemas correctos pueden funcionar incluso cuando te sientes completamente desmotivado.


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    La Trampa de la Motivación Constante

    Vivimos en una cultura que glorifica la motivación como si fuera el combustible principal del éxito. Las redes sociales están llenas de videos inspiracionales de personas entrenando a las 5 AM con sonrisas perfectas, como si despertar temprano para hacer ejercicio fuera siempre un placer. Esta narrativa crea una expectativa irreal de que deberías sentirte motivado todo el tiempo.

    La realidad es que la motivación es como el clima: impredecible, temporal, y completamente fuera de tu control. Algunos días te despiertas sintiéndote imparable, otros días te sientes como si hubieras sido atropellado por un camión. Las personas que entrenan consistentemente durante años no tienen acceso a alguna fuente secreta de motivación eterna; simplemente han desarrollado sistemas que funcionan independientemente de cómo se sientan.

    Esperar sentirte motivado para entrenar es como esperar sentirte motivado para cepillarte los dientes o ir al trabajo. Estos comportamientos funcionan porque están automatizados, no porque generen emociones positivas constantes. El entrenamiento debe seguir el mismo principio: debe convertirse en algo que haces independientemente de tu estado emocional del momento.


    La Regla de los Dos Minutos

    Cuando no tienes ganas de entrenar, tu cerebro está anticipando todo el esfuerzo, sudor, y incomodidad de una sesión completa. Esta anticipación crea resistencia mental que se siente como una montaña imposible de escalar. La solución es eliminar la montaña y reemplazarla con una colina tan pequeña que sea imposible no subirla.

    Comprométete únicamente con dos minutos. No una hora, no media hora, solo dos minutos de movimiento. Puede ser caminar alrededor de la cuadra, hacer algunos estiramientos en tu sala, o simplemente ponerte la ropa de entrenamiento y hacer tres flexiones. El objetivo no es tener un entrenamiento épico; es mantener vivo el hábito de moverte.

    Lo fascinante de esta técnica es que frecuentemente esos dos minutos se convierten en más. Una vez que superas la inercia inicial y tu cuerpo comienza a moverse, la resistencia mental disminuye naturalmente. Muchas veces terminarás haciendo un entrenamiento completo simplemente porque ya comenzaste. Pero incluso si solo haces dos minutos, habrás ganado porque mantuviste la consistencia.

    La regla de los dos minutos funciona porque hackea la tendencia de tu cerebro a sobreestimar el esfuerzo requerido para comenzar una tarea. Al reducir el compromiso inicial a algo ridículamente manejable, eliminas la resistencia que te mantiene paralizado en el sofá.


    Cambia el Entrenamiento, No el Día

    Uno de los errores más comunes es pensar que todos los entrenamientos deben ser intensos para ser válidos. Esta mentalidad de “todo o nada” hace que saltarte un día se sienta como un fracaso completo, lo que a menudo lleva a abandonar por completo. En realidad, los entrenamientos de baja intensidad son igualmente valiosos para mantener el momentum y la consistencia.

    En días de baja energía, cambia a una versión más suave de tu rutina normal. Si normalmente haces pesas pesadas, haz el mismo ejercicio con peso corporal. Si normalmente corres 5 kilómetros, camina 20 minutos. Si normalmente haces una clase de alta intensidad, haz yoga restaurativo. El objetivo es mantener el patrón de movimiento sin la presión del rendimiento.

    Esta flexibilidad es crucial para la sostenibilidad a largo plazo. Tu cuerpo y mente pasan por ciclos naturales de energía alta y baja. Luchar contra estos ciclos en lugar de adaptarte a ellos es una receta para el agotamiento y el abandono. Los atletas profesionales entienden esto y periodizen su entrenamiento; tú también deberías hacerlo.

    Además, los entrenamientos de baja intensidad tienen beneficios únicos. Mejoran la recuperación, mantienen la movilidad, reducen el estrés, y a menudo son más agradables que las sesiones intensas. No son entrenamientos “de segunda clase”; son herramientas diferentes para objetivos diferentes.


    El Poder del Pre-Compromiso

    La fuerza de voluntad es más fuerte cuando no la necesitas. Esto significa que las decisiones más importantes sobre tu entrenamiento deben tomarse cuando te sientes motivado y energizado, no cuando estás cansado y desmotivado. El pre-compromiso es la estrategia de tomar decisiones futuras cuando tu estado mental es óptimo.

    Esto incluye programar tus entrenamientos como citas no negociables en tu calendario, preparar tu ropa de entrenamiento la noche anterior, y decidir de antemano qué harás en días de baja motivación. Cuando llega el momento de entrenar, no estás tomando una decisión; estás siguiendo un plan que ya estableciste.

    El pre-compromiso también puede incluir estrategias sociales como entrenar con un compañero, contratar un entrenador personal, o unirte a clases grupales. Estas estrategias crean accountability externo que funciona cuando tu accountability interno falla. Es mucho más difícil saltarte un entrenamiento cuando sabes que alguien más está contando contigo.

    Otra forma de pre-compromiso es crear consecuencias financieras. Algunos apps te permiten apostar dinero en tus objetivos de fitness, perdiendo el dinero si no cumples. Aunque puede parecer extremo, estas consecuencias tangibles pueden ser el empujón que necesitas en días difíciles.


    Reframe Tu Relación con la Resistencia

    La resistencia mental que sientes antes de entrenar no es evidencia de que no deberías hacerlo; es evidencia de que tu cerebro está funcionando normalmente. Tu cerebro está diseñado para conservar energía y evitar incomodidad, así que naturalmente resistirá actividades que requieren esfuerzo físico. Esta resistencia no significa que algo esté mal contigo o con tu programa.

    En lugar de luchar contra la resistencia, reconócela como una parte normal del proceso. Puedes sentir resistencia y aún así elegir entrenar. La resistencia es una emoción temporal, no una verdad absoluta sobre lo que deberías hacer. Muchas veces, la resistencia es más fuerte antes de comenzar que durante el entrenamiento mismo.

    Desarrolla un ritual pre-entrenamiento que te ayude a transicionar de la resistencia a la acción. Esto puede incluir escuchar una playlist específica, hacer una secuencia de respiración, o repetir un mantra personal. El ritual actúa como un puente entre tu estado mental actual y el estado mental que necesitas para entrenar.

    También es útil recordar cómo te sientes después de entrenar versus cómo te sientes después de saltarte un entrenamiento. Raramente te arrepientes de haber entrenado, pero frecuentemente te arrepientes de no haberlo hecho. Usa esta memoria emocional como motivación cuando la resistencia sea fuerte.


    La Estrategia del Mínimo Viable

    En el mundo de los negocios, existe el concepto del “producto mínimo viable”: la versión más simple de un producto que aún proporciona valor. Aplica este concepto a tu entrenamiento creando una versión “mínima viable” de tu rutina normal que puedas hacer incluso en tus peores días.

    Tu entrenamiento mínimo viable podría ser 10 minutos de caminata, 5 flexiones y 5 sentadillas, o simplemente estiramientos en tu sala. La clave es que debe ser tan fácil que no tengas excusas para no hacerlo, pero lo suficientemente significativo como para mantener el hábito vivo.

    Este enfoque elimina la presión de perfección que a menudo paraliza a las personas. No todos los entrenamientos necesitan ser épicos para ser valiosos. La consistencia imperfecta es infinitamente mejor que la perfección esporádica. Un entrenamiento mediocre que realmente haces es mejor que un entrenamiento perfecto que solo existe en tu mente.

    Además, los entrenamientos mínimos viables a menudo se expanden naturalmente una vez que comienzas. El acto físico de comenzar a moverte cambia tu estado mental y energético, haciendo que quieras continuar. Pero incluso si no se expande, habrás cumplido tu compromiso contigo mismo.


    Usa Tu Entorno Como Aliado

    Tu ambiente físico tiene un impacto enorme en tu motivación para entrenar. Un ambiente que facilita el ejercicio hace que sea más probable que entrenes incluso cuando no tienes ganas. Un ambiente que crea fricción hace que sea fácil encontrar excusas para no hacerlo.

    Elimina tantas barreras como sea posible entre la decisión de entrenar y el acto de entrenar. Mantén tu equipo de ejercicio visible y accesible. Si entrenas en casa, designa un espacio específico para el ejercicio, incluso si es solo una esquina de tu sala. Si vas al gimnasio, ten tu bolsa siempre empacada y lista.

    También puedes usar tu ambiente para crear momentum. Pon música energizante, cambia a ropa de entrenamiento incluso si no estás seguro de que vas a entrenar, o simplemente sal de tu casa y comienza a caminar. Estos pequeños cambios ambientales pueden ser suficientes para superar la inercia inicial.

    El ambiente social también importa. Rodéate de personas que valoran el fitness y la actividad física. Su influencia positiva puede ayudarte a mantener tus hábitos incluso cuando tu motivación personal está baja. Evita pasar tiempo con personas que constantemente buscan excusas para no moverse.


    La Verdad Sobre la Disciplina

    La disciplina no es un rasgo de personalidad que algunas personas tienen y otras no. Es una habilidad que se desarrolla a través de la práctica, especialmente la práctica de hacer cosas cuando no tienes ganas de hacerlas. Cada vez que entrenas a pesar de la resistencia mental, fortaleces tu músculo de la disciplina.

    Pero la disciplina también es un recurso limitado que se agota con el uso. Esto significa que no puedes depender únicamente de la disciplina para mantener tus hábitos de ejercicio. Necesitas sistemas, rutinas, y estrategias que reduzcan la cantidad de disciplina requerida para entrenar consistentemente.

    La paradoja es que mientras más entrenes cuando no tienes ganas, menos disciplina necesitarás en el futuro. El entrenamiento se vuelve más automático, la resistencia mental disminuye, y tu identidad como persona activa se fortalece. Lo que inicialmente requiere fuerza de voluntad eventualmente se convierte en una parte natural de quien eres.


    La diferencia entre quienes logran sus objetivos de fitness y quienes no, no está en sentir motivación constante, sino en tener estrategias específicas para los días difíciles. Estos días no son obstáculos para tu progreso; son oportunidades para construir la disciplina que te llevará al éxito a largo plazo.

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